Hace un tiempo escribí este texto, que hoy recupero para el boletín.
El proceso era más complejo de lo que ahora se pueda imaginar: comprar la cinta, hacer la selección musical, grabar sin contratiempos, diseñar la carátula, añadir los extra.
A quienes no fuerais adolescentes a finales de los 80 quizá os parezca algo sencillo y con poco glamour, pero es que no tenéis ni idea de lo que era intentar enamorar a alguien con una cinta de casete.
La primera decisión trascendental tenía que ver con la calidad de la cinta: no era lo mismo una cinta de «marca blanca» que una TDK, por ejemplo. Había que ahorrar unos cuantos fines de semana para comprar una cinta premium (y rezar para que no se estropease en el proceso).
A la selección musical había que dedicarle muchas horas y tirar de recursos. Para empezar, era fundamental el equilibrio: no podías grabar 15 canciones solo porque en algún momento se dijera «I love you». Tampoco te podías poner demasiado intelectual: a la chica le tenía que quedar clara tu intención. Ibas a por todas… ¡le estabas grabando una cinta!
En esa selección tenía que haber un poco de todo: cuarto y mitad de cantautor, medio de baladas, una pizca de algún tema raro para demostrar que tú también podías ser un tipo interesante y, claro, una cucharada colmada de rock que le dijera a ella «no creas que soy un moñas».
La cosa se complicaba —pero era un puntazo— si querías añadir a tu recopilación una canción con el nombre de la chica que te gustaba. Había nombres más sencillos —cuántas Lucías no habrán caído en las redes de Joan Manuel Serrat—, pero otros… Para quienes ni podéis imaginar lo difícil que era esto, sabed que ahora no tiene ningún mérito: te metes en Spotify y encuentras cualquier cosa con su buscador 😏.
Cuento con que en casa tenías un aparato con doble pletina, tecnología punta, porque la otra opción era chunga, pero chunga: esperar a que en la radio sonase la canción que querías grabar, estar despierto para darle al rec cuando empezara y al stop cuando terminara, y cruzar los dedos para que el locutor se callara por lo menos la mayor parte de la canción.
A partir de aquí empezaba el proceso de refinado: diseña una carátula —yo era tan torpe que tenía que recortar una foto de una revista, porque lo de dibujar…—, rotula, embellece, envuelve la cinta con algo mono a la par que elegante. Un mundo aparte en el que casi siempre debías contar con la participación de un colega con alma de artista.
Y ahí iba tu mensaje de amor en una cinta de casete, lanzado al mar, esperando que el viento y las mareas llevara tus esperanzas al lugar correcto.
Me pregunto si ahora hacer todo esto tiene sentido y, sobre todo, cuál es la operativa. ¿Regalas lista de Spotify? ¿Le das a me gusta en Apple Music? ¿Me lo contáis en los comentarios? 😃
📽 Te recomiendo una serie
A Royal Secret (Filmin)
Una de esas series nórdicas que tiene Filminas, en esta ocasión una miniserie basada en hechos reales. Yo desconocía los hecho y me ha parecido interesante.
Cuenta la historia de la relación prohibida entre dos hombres, el camarero Kurt Haijby y (nada menos) que el rey Gustav V de Suecia, y el juicio al que sometieron a Haijby.
🈲 #palabrasquemolan
Iconoclasta
Se dice que alguien es «iconoclasta» cuando niega o rechaza la autoridad, en sentido general.
Puede referirse a rechazar normas de comportamiento de una época, modelos artísticos… cualquiera que se aleja de lo normativo.
🍾 Chimpún
🥳 El pasado 3 de noviembre estuve en la Feria del Libro de Sevilla, firmando ejemplares y presentando Echale la culpa a Milli Vanilli. Firmé un montón y en la presentación hubo muchísima gente. Gracias.
🙏🏻 Gracias también a Luis Ybarra por su generosidad y el buen rato que pasamos, a Joaquín de El oso y su libro por dejarme firmar libros en su caseta, a Emma Camarero y Loyola Cultura por organizarlo. Y a tod@s los que vinisteis a compartir conmigo un ratito (espero) divertido.
🎯 Si os ha gustado el libro, os agradecería que escribieseis alguna reseña o que lo recomendéis en vuestras redes para poder llegar a cuanta más gente mejor.
📚 Y si queréis comprar un ejemplar firmado, compradlo aquí y luego escribid un correo a la librería El oso y su libro (contacto@elosoysulibro.com) indicándole a quién queréis que se lo dedique y dónde queréis que os lo envíe la librería.



Y hasta aquí Escribir para no odiar. ¡Nos leemos el próximo sábado!
«El odio es la cólera de los débiles».