Cita a ciegas: aquí huele a aventura
💍 ¿Aceptarías ser la acompañante de un desconocido en una boda?
A veces, conocer a alguien puede ser más difícil que aprobar un examen sorpresa.
Lo comprobé a las pocas semanas de empezar la carrera. Uno de mis profesores —de esos que tenían ideas raras pero simpáticas— nos propuso una cita a ciegas.
No, no, no es lo que pensáis. No me he explicado bien: se trataba de una “cita” académica. Un pequeño experimento social. Su idea era que dedicáramos la hora de clase a acercarnos a alguien de la clase con quien nunca hubiésemos hablado, y concertáramos con esa persona un café, una charla, un encuentro real.
Os pongo en contexto.
Estudié Periodismo en Salamanca. Éramos más de cien en la clase, y apenas diez éramos de la ciudad. El resto venía de toda España. Nadie conocía a nadie. Todo olía a aventura.
Así que ese día, así, de pronto, sin ningún gancho previo, el profesor soltó:
—Lleváis aquí dos meses. ¿A cuántos compañeros conocéis? Venga, levantaos. Escoged a alguien. Quedad para un café.
Una chica de Huelva a la que había visto de refilón un par de veces al entrar en clase se me acercó y me dijo sin rodeos:
—Te he escuchado hablar en clase. Me pareces interesante. ¿Tomamos un café algún día?
Así, de esa forma tan simple pero tan extraordinaria, empezó una amistad que me acompañaría toda la carrera.
(Ojo, solo amistad. No os montéis la película. 😜)
Una cita a ciegas de verdad... o casi
Cita a ciegas es también el título de una famosa película de finales de los 80 protagonizada por Bruce Willis y Kim Basinger. No era una gran película —a pesar de estar dirigida por Blake Edwards y tener música de Henry Mancini—, pero tuvo bastante éxito, especialmente por la relevancia en aquel momento de la pareja protagonista.
El argumento es un poco loco, aunque previsible en su desenlace: Walter Davis (Bruce Willis) es un ejecutivo adicto al trabajo que necesita una pareja para acudir a una cena de negocios. El caso es que Walter acaba aceptando una cita a ciegas con Nadia (Kim Bassinger). A partir de ahí se desarrollan una serie de acontecimientos que al final desembocan en un gran caos.
No profundizo en el guion, porque la película no es lo que me interesa en estos momentos. Más allá de las lecturas que pudiéramos hacer en 2025 (que las tiene), me interesa que os pongáis en esta situación: ¿aceptaríais una cita a ciegas de este tipo para acudir a una cena, boda, acontecimiento...?
Yo tuve un amigo —le perdí la pista— que hacía estas cosas: acabó siendo el comodín de algunas mujeres para cenas familiares y eventos varios. Lo que empezó como algo anecdótico, familiar, se convirtió casi en una profesión, hasta tal punto que acabaron llamándolo personas a las que ni siquiera conocía.
Ya sé lo que estáis pensando: «Juan, eso no es exactamente una cita a ciegas».
Demos pues un salto argumental y hablemos de una cita-a-ciegas de verdad. No, no me digáis que eso es Tinder o cualquier aplicación de citas. Hablo de una cita clásica, esa en la que dos completos desconocidos acuden, con la intermediación de un tercero, a encontrarse en un lugar sin saber nada uno del otro. No hay móviles, no hay tecnología.
Hay sorpresa. Y nervios, imagino.
Siento muchísima curiosidad por los preparativos previos de esta cita: quién la concierta y con qué criterio une a dos personas (¿tiene varias opciones en mente y se acaba decidiendo, casi como un Cupido sin alas, por su idea de cómo encajarán estas dos personas y no otras dos?); cómo se encuentran los desconocidos, en una cafetería o un restaurante, en un parque, una plaza («llevo un clavel en la solapa», «tengo el pelo teñido de verde»); quién empieza a hablar y qué se dicen cuando nunca antes han cruzado una palabra; en qué momento salta una chispa o se cansan el uno del otro...
No sé, iluminadme. Contadme vuestra experiencia. No hace falta que os descubráis: siempre podéis decir que lo que me contáis (dejadme un comentario) le pasó a un amigo de un amigo que tuvo, hace un tiempo, una verdadera cita a ciegas.
📽 Te recomiendo una serie
Somebody Somewhere (Max)
✨ Somebody Somewhere sigue siendo una serie distinta. A veces con un ritmo lento, muy lejos de lo que vemos en otras series, pero está llena de detalles maravillosos.
En su tercera y última temporada, Sam (Bridget Everett) se enfrenta a un mundo que avanza sin ella: su mejor amigo se muda con su pareja, su hermana renace tras el divorcio y hasta su entorno parece evolucionar. Mientras tanto, Sam intenta encontrar su lugar, con humor, ternura y verdad.
🎤 Lo bonito: Bridget Everett se inspiró en su propia vida en Kansas para crear a Sam, y se nota. Cada episodio respira autenticidad.
🈲 #palabrasquemolan
Napas
Bajo nuestros pies, invisibles pero esenciales, fluyen las napas: capas subterráneas de agua que alimentan pozos, ríos y raíces.
Sin ellas, no hay verde, no hay vida.
Y hasta aquí Escribir para no odiar. ¡Nos leemos el próximo sábado!
«El odio es la cólera de los débiles».